Fue por los días de agosto del 2009 cuando caminaba por Florida en Buenos Aires que me tope con Caperucita roja muchos años después de que los hermanos Grimm la refugiaran como niña inocente en su recopilación de cuentos clásicos. Pero esta vez, los recuerdos de ella se rompieron en mil pedazos al verle en la calle, inferí entonces que quizás esta frágil pequeña, talvez presa de la explotación del cazador, drástico héroe que destripa al lobo, vivió una sórdida vida hasta llegar a trabajar en un sex shop intentando seducir a lobos maltrechos y decadentes en busca de ayudar a que reviva su libido perdida.
Avergonzada huyó al notar mi lente que la escrutaba con curiosidad.
Nunca mas le vi. En los libros se quedara como el recuerdo de la niña comida por el lobo.
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